¡Chinchín! Las mejores copas para degustar vino tinto
La reina de copas. Entre todas las piezas de la cristalería, son las de mayor volumen (exceptuando las de balón para cócteles , claro). Y es que para degustar correctamente y en todo su esplendor un buen vino tinto lo mejor es que utilices la copa precisa. Te desvelados los secretos de cómo escoger las copas de vino tinto de cristal más adecuadas, las formas más apropiadas, los materiales indicados y los diseños con más estilo para tu mesa. ¡Que empiece la cata!
La reina de copas. Entre todas las piezas de la cristalería, son las de mayor volumen (exceptuando las de balón para cócteles , claro). Y es que para degustar correctamente y en todo su esplendor un buen vino tinto lo mejor es que utilices la copa precisa. Te desvelados los secretos de cómo escoger las copas de vino tinto de cristal más adecuadas, las formas más apropiadas, los materiales indicados y los diseños con más estilo para tu mesa. ¡Que empiece la cata!
A cada vino, su respectiva copa
Las copas de vino están compuestas por tres partes: la base, el tallo y el cuerpo o cáliz. El pie se encarga de dar estabilidad y su tamaño está proporcionado con el resto de la copa. El tallo sirve para poder sujetar y le ofrece elegancia, mientras que el cáliz, donde se deposita el vino, tiene la forma necesaria para oxigenar cada tipo de vino. El vidrio que compone las copas de vino tiene que ser preferiblemente fino, para que la pureza y el color del contenido puedan visualizarse con todos sus matices.
Las formas de las copas de vino no son triviales; responden a un diseño que potencia el sabor, aroma y color de cada tipo de caldo. Las copas de vino tienen la tarea de dirigir el líquido por el lugar ideal para que podamos sentir todo su sabor de la mejor manera. Y es que el sentido del gusto, situado en la lengua, reparte los catalizadores del sabor en diferentes puntos: en la punta de la lengua podemos notar los sabores dulces, mientras que posteriormente podemos percibir los sabores más ácidos y amargos. En las copas con un cáliz más ancho sentiremos un toque mucho más dulce que en las copas más estrechas.
Cada uva da lugar a cada tipo de vino, por ello, cada vino tiene unas propiedades y necesita su respectiva copa de vino.
¿Cómo distingo una copa para vino tinto de otra para blanco?
Las de tinto son mucho más voluminosas porque son vinos más complejos y, por tanto, necesitan oxigenarse más. Con este volumen se consigue que haya más vino en contacto con el aire, lo que resulta en una mayor oxigenación y un plus de aroma.
Por otra parte, las copas de vino blanco son más estrechas, con la boca del cáliz más pequeña. El motivo principal es que el vino blanco no necesita esta oxigenación del vino tinto para maximizar sus propiedades. El vino blanco sabe mejor si está fresco y es por esto que la forma de la copa está enfocada a mantener esta temperatura y no a oxigenar.
Las mejores copas de vino tinto de cristal
Si el vino que vas a servir es de calidad media-alta, deberás ponerlo siempre, siempre, en copa. Nunca en vaso. Por dos motivos principales: la copa conserva el vino a la temperatura adecuada, ya que permite colocar la mano lejos del líquido y no recalentarlo. Además, es el recipiente ideal para liberar los aromas, ya que estos se desprendan libremente antes de concentrarse para deleitar nuestras fosas nasales. Por el contrario, un vaso ancho deja que los aromas se escapen antes de que nos demos cuenta.
Los principales criterios de selección para una copa de vino tinto son:
- Su forma: existen dos tipos de copas ideales para vino tinto. La copa borgoña, grande, de cáliz voluminoso y algo barrigudo y cuello ancho. El tallo es proporcionadamente largo. Se usa para vinos de la zona de Borgoña, principalmente basados en la variedad pinot noir. Es una buena copa para vinos que han pasado una temporada larga en barrica y luego en botella, vinos complejos que necesitan oxígeno para despertarse. La copa burdeos, por su parte, se diferencia de la borgoña en que el cáliz es más alargado y alto y el cuello es cerrado aunque no estrecho. Es la copa más estándar para vinos tintos y va muy bien para vinos con cuerpo. El cuello largo permite que se concentren estos aromas y también que la copa se pueda agitar para despertarlos. Es la copa adecuada para vinos jóvenes y con crianza.
- Su material: en este punto es importante diferenciar entre vidrio y cristal. El vidrio está compuesto de arena de sílice, carbonato de sodio y caliza, y se obtiene por la fusión de estos elementos a elevadas temperaturas. El cristal real solo se puede encontrar en la naturaleza, en forma de roca. Lo que llamamos cristal es en realidad vidrio con óxido de plomo, material que le aporta ese característico sonido y brillo a las copas.
Para que una copa se considere ‘de cristal’ ha de tener un mínimo de un 5% de plomo en su elaboración. Y según la OMS, no más de un 24%. Porque, como en todo, hay categorías. El corte de las mejores copas es más fino y el borde menos grueso, lo que produce mayor sensación de ligereza y de elegancia en boca. También son más brillantes y transparentes, el sonido al golpearlas es más suave y el tacto más agradable. El cristal conserva los aromas del vino por más tiempo, y también la temperatura, pues su composición conduce peor el calor. Y al ser algo más rugoso que el vidrio, permite que el vino se agarre mejor a sus paredes cuando lo movemos para airearlo, liberando así más olores. Eso sí, lo que conocemos como cristal es más caro y es más frágil que el vidrio.
Nuestro consejo: existen diseños que producen la ilusión del cristal y son más resistentes.
- Su calidad: a menudo depende del proceso de fabricación; las copas de vino fabricadas industrialmente y las sopladas a mano. Las copas hechas a máquina suelen ser más baratas y adecuadas para consumidores ocasionales o catadores principiantes. Las copas de vino sopladas a mano cuentan con un cristal mucho más fino y además permiten una mejor percepción olfativa y gustativa del vino. Pueden resultar cara y muy delicadas.
Cómo conservarlas en perfecto estado de revista
El primer consejo sería evitar todo lo posible su lavado en lavavajillas. Lo ideal es lavar las copas a mano con un par de gotitas de jabón suave sobre una esponja sin estropajo. Frota cada copa por el borde, el interior y el exterior, sujetándola bien para que no se rompa. Aclara con abundante agua tibia y secar cuando aún están húmedas con un trapo limpio de lino o de algodón, para que no queden ni rastro de gotitas y no se rayen.
Un truco infalible para sacarle brillo: si tus copas de cristal han estado tiempo guardadas y en el momento de sacarlas ves que están un tanto opacas, pon un cazo de agua al fuego y, cuando hierva, pasa cada copa por encima del vapor de agua. Seca inmediatamente la pieza y sácale brillo con un trapo suave, sujetándola por la base.
Con qué comidas va el vino tinto
Una norma básica que no puede fallar es acompañar las carnes, embutidos y quesos con vino tinto, mientras que cuando se sirva pescado debe servirse el vino blanco. Y, por supuesto, ¡no olvides tener las copas de vino adecuadas para cada uno!
Si quieres llenar la copa como un auténtico sumiller, nunca la llenes hasta arriba. El vino debe oxigenarse y si llenamos la copa será menor la proporción de vino que está en su condición óptima de ofrecer todo su aroma, mientras que si servimos la copa por la mitad, prácticamente todo su contenido estará perfecto.
El cristal de las copas es muy fino, su cantidad no es demasiada, y cogiéndolas por el cáliz es muy fácil calentar su contenido, es por esto que la manera más adecuada de sujetarlas es por el tallo.
La temperatura ideal para servir un tinto está entre 15 y 17 grados centígrados.
Y otro consejo: jamás pongas las copas de vino tinto en el frigorífico, ya que el cristal se empaña y la óptica se estropea.